A diferencia de quienes viven en forma establecida, los artistas de circo y sus familias recorren el mundo para expandir su arte.
Los hijos nacen y crecen en ese ambiente; y es difícil que quieran hacer otra cosa, dice Fernando Dresdner, representante del circo Safari.
Su hija Jana es el perfecto ejemplo: sus papás cuentan que desde muy pequeña quiso empezar a prepararse para formar parte de la troupe. Pasó dos años estudiando y perfeccionándose antes de empezar a hacer acrobacias en las funciones.
A sus nueve años, la niña brilla en cada de sus actuaciones, pero también destaca en su vida escolar y forja amistades donde sea que vaya.